fotos y texto Crissthian Manuel Olivera Fuentes. Publicado en la web antigua de Crónicas de la Diversidad el 16 de diciembre del 2014.
El pasado 4 de diciembre se realizó en el New Kitsch la tercera edición del Festival Pornífero, un proyecto impulsado por el performer Héctor Acuña que nos invita a reflexionar y explorar sobre nuestra propia sexualidad a través del post porno como herramienta política.
Y es que la pornografía tradicional afecta la salud mental pues instaura modelos sexualmente deseados en los que generalmente no encajamos. En es buena cuenta un dispositivo que intenta conquistar nuestras mentes al imponernos modelos de belleza y éxito que no son necesariamente válidos para la mayoría.
Adriana Gallegos en su presentación durante el festival, llamada Sexo en choledad: postporneando nuestra cholitud en el sexo, dijo que “la pornografía es pedagógica pues nos enseña cómo debemos follar, con quién, qué es lo abyecto”.
El post porno, en cambio, es una categoría que nos permite analizar y cuestionar, es una forma de responder a los modelos tradicionales de subalternización. El post porno, al igual que el BDSM (ya que toma sus principios) desgenitaliza la sexualidad y descentra el deseo, es decir, recupera el potencial erótico y sexual de todo nuestro cuerpo.
Esas son las razones por las que Héctor exploraba intuitivamente en la post pornografía desde el 2000 y de manera abierta y consciente desde el 2007, en un devenir lógico y consecuente de su trabajo performativo, influido por la cultura del video clip de los ochenta y potenciado con la investigación teórica.
“Yo hacía post porno sin saberlo, con performances abiertamente sexuales. Aproveché la situación como una experimentación total, sin un concepto, simplemente subía a explorar y el sexo era lo que más próximo estaba a mi realidad como ente travesti. La post pornografía es una crítica abierta a la pornografía convencional heterosexista, que está dirigida al placer del hombre, del macho penetrador y lo que busca es generar un cuestionamiento y plantear estas formas de disidencia sexual y búsqueda de placeres distintos al penetrativo”, nos explica Acuña.
El post porno coloca al cuerpo como un escenario de lucha y no como un mero contenedor de mandatos, deseos y proyecciones. Existe para hacer aflorar otras sensaciones (más allá de las sexuales), mientras que el porno es solo para la excitación sexual. No tiene fronteras pues constituye un ejercicio de exploración y experimentación constantes. Es una herramienta de liberación.
“Esto a lo que le ponemos la etiqueta de post porno es en realidad una serie de practicas, exploraciones, experimentaciones, criticas que ciertas personas realizan en colectivo o de manera individual, puestas en común y organizadas. Entonces, el post porno, en sí mismo como ideología, no nos va a llevar hacia la libertad, la autonomía, la equidad, sino que es el pensamiento crítico y la exploración, que luego lo organizamos en comunidad, lo que nos va a llevar a eso”, nos explicó Elisa Fuenzalida, una de las comentaristas del festival.
Además del BDSM, el feminismo radical no institucional y lo queer aportan al post porno. Fuenzalida nos comenta que “en el post porno se enarbolan los discursos más radicales y difíciles de clasificar porque en otros espacios no se aceptan, se criminalizan, se persiguen, se ridiculizan, se menosprecian o se malinterpretan. Entonces, te empoderas y te presentas en tu divergencia, en tu diferencia, en tu cosa radical, de minoría, y si eso es el BDSM o el dragkingismo o el esto o el otro, son narrativas y son formas de vivir legítimas que normalmente no encuentran un espacio para ser contadas y valoradas”.
Pero al asunto va más allá de adscribirse a determinado discurso, lo radical y lo disidente tiene que ser vivido y expresado. Para Acuña “lo queer implica no solamente una cuestión de actitud política sino también un cierto hipsterismo, o sea te asumes como tal porque está de moda. No entiendo a esa persona que se asume como queer si ni siquiera va a la calle a putear de noche o le chupa la verga a un punto en un baño de un centro comercial. Para mi lo queer implica estas prácticas de riesgo y la calle, que es lo que te da realmente el valor”.