por Gustavo Ochoa
Justina y su hija Ale viven en una mansión pampeana heredada después de años de trabajo como criada para una familia rica. La mansión, antigua y con muchas habitaciones, encierra en sí la historia de sus diferentes habitantes y carga, también, sobre las últimas, la responsabilidad de mantenerla y reparar su constante desgaste. En ese afán, ambas crían vacas y cerdos mientras ven pasar los días e intentan sobrellevar sus vidas personales, Justina con un novio a la distancia y Ale persiguiendo su sueño de ir a estudiar automovilismo a la capital.
El castillo es una coproducción documental franco-argentina dirigida por Martín Benchimol que explora la experiencia singular de habitar un espacio originalmente de privilegio pero desde cierta condición de precariedad. Esta vivienda, que genera admiración en quienes la visitan, recorren y hasta fotografían, tiene, desde luego, una cara problemática visible con el transcurrir de los días. Por ello, a nivel estético, el documental juega, mediante la narrativa, la fotografía y la música, con el concepto artístico del cuento de hadas. Sin embargo, ni el entorno boscoso ni la niebla misteriosa ni la presencia de encantadores animales alejan las peripecias de este espacio. En ese sentido, este juego presenta un tono irónico, ya que la situación en torno al castillo está lejos de ser maravillosa y mágica para quienes lo habitan. La propietaria no cuenta con los recursos para sostener una casa tan amplia y en proceso de evidente deterioro, por lo que tiene que vender más vacas de las planeadas a un productor de carne. En esta operación fílmica, el elemento de ensueño vuelca a la realidad en cuestión de un plano a otro: a las panorámicas del castillo imponente siguen planos de sus paredes internas descortezadas o de sus habitantes poniendo cazos para contener las goteras, y sus tiernas vacas se convierten en kilos de carne embolsada en un congelador. A pesar de esta precariedad, la complicidad entre ambas se hace notar en todo momento, donde, incluso los silencios pueden no importar para saber que tienen una profunda conexión afectiva. Sin embargo, las tensiones comienzan cuando la hija empieza a hacer planes para frecuentar otros espacios.
En contrapartida al estilo de vida aislado y hasta monótono que supone el trabajo en la mansión, está la figura de Alexia, la hija queer, una millennial que manifiesta rasgos opuestos a sus vecinos. Se trata de una persona fuera de los estereotipos esperables: gamer, baterista y aficionada a la fórmula 4. Y, sobre todo, es consciente de las desigualdades sociales a las que está expuesta su madre por haber sido la antigua criada de la familia rica, cuyos descendientes las visitan cada cierto tiempo, y a quienes debe dedicar tiempo y atenciones. Los puntos de vista de Alexia resultan importantes porque revelan los cambios generacionales con respecto a quienes la precedieron y se hallaban sujetxs a normas sociales más desiguales. Su talento y carácter llegan a generar cambios en los hechos del documental, que dejarán una sensación alentadora en quienes lo vean.
🗓️El castillo forma parte de la selección en Competencia Documental del Festival de Cine de Lima 2023 y se proyectará el día jueves 17 de agosto a las 9:30 pm en la Sala Azul del CCPUCP. Cuentan con mayor información aquí: https://festivaldelima.com/2023/pelicula/el-castillo/