Por Julio Lossio Quichiz
Hace unos días (el 5 de setiembre) El Príncipe ganó el premio dedicado a las películas LGTBIQ en el prestigioso Festival de Venecia. Ayer (25 de setiembre) se estrenó con muchos aplausos del público en el Festival de San Sebastián y hoy entrevistamos a su director, Sebastián Muñoz.
El Príncipe está basada en la novela del mismo nombre escrita por Mario Cruz a inicios de los 70. Se desarrolla en los meses previos a la subida de Allende al poder, una época de represión sexual para los homosexuales pero que en las cárceles (ya nos lo había contado Jean Genet en El milagro de la rosa, esa novela de 1946 que motivó el epígrafe de Oswaldo Reynoso en Los Inocentes) el encierro los llevaba a desarrollar amores y pasiones. Y de esto trata la película: Jaime (Juan Carlos Maldonado), un joven que ha cometido un asesinato, llega a la cárcel y comparte celda con otros 4 prisioneros, uno de ellos es El Potro (Alfredo Castro, uno de los mejores actores de América Latina). El Potro es un líder y mantiene una relación con uno de sus jóvenes compañeros de celda (Sebastián Ayala). El Potro y Jaime inician pronto una relación que se volverá intensa, pero que es amenazada por los deseos de otros presos, por la violencia que impera y por las rencillas entre grupos.
No recuerdo una película en donde se haya mostrado tan claramente el submundo homosexual en las cárceles. En la entrevista, Sebastián Muñoz nos recuerda Canción de Amor, la película de Jean Genet sobre el deseo y el amor entre dos presos en una cárcel. Ayer en la presentación mencionó Expreso de medianoche, esa película escrita por Oliver Stone con un ambiente agobiante en donde solo de pasada se ve una relación gay. Y recordamos El beso de la mujer araña que entregó un Oscar a William Hurt que significó la primera vez que la Academia de Hollywood premiaba a un actor por un personaje homosexual.
La película de Sebastián Muñoz, como hace Genet en la novela que mencionamos, recrea el mundo homosexual en la cárcel: los amores, las parejas, los celos, la inseguridad, y la felicidad de tener a alguien.
La música es importante en la película, «Ansiedad» es la canción que suena cuando Jaime recuerda a su antiguo amor, cuando era libre, y es la canción que él y El Potro bailan en ese momento mágico en la cárcel antes del momento de entrega de El Potro hacia Jaime. «Pasional» (Te quiero siempre así/ estás clavada en mí/como una daga en la carne./ Y ardiente y pasional… temblando de ansiedad/quiero en tus brazos morir) es la canción que se escucha en el bar donde Jaime comete el asesinato. Y es una canción la que motiva el primer enfrentamiento entre Che Pibe (un estupendo Gastón Pauls) y El Potro. La música, por supuesto, ayuda a recrear la época.
El atrevimiento de lo explícito también es un mérito en esta película. Las relaciones sexuales son filmadas sin hipocresías (¿porqué hasta ahora habíamos visto solo relaciones explícitas entre heterosexuales?), ¿la ausencia hasta el momento de los planos frontales de hombres desnudos eran una muestra de nuestro machismo que exhibían a la mujer pero protegían la intimidad masculina?. Pamplinas. Por fin un director se atrevió a pasar el umbral.
Y bravo por las actuaciones. Alfredo Castro, Sebastián Ayala y Gastón Pauls están sobresalientes, pero nadie desencaja.
Una pregunta que siempre nos ha interesado es ¿Pueden las películas, el arte en general, contribuir en las luchas por los derechos LGTBIQ? He escuchado a algunos activistas decir que no, o que muy poco o, en el mejor de los casos, es difícil saberlo, por eso me interesa el tema. En la entrevista Sebastián Muñoz nos da su respuesta.
Me gusta lo que acaban de poner los amigos de El Príncipe en su Instagram:
Un comentario en «El Príncipe, la película chilena ganadora del Queer Lion en Venecia»