«Compórtense como señoritas» el libro LGTBIQ peruano del año. Extractos

El libro de Karen Luy de Aliaga, publicado por Paracaídas Soluciones Editoriales en abril del 2019 es el mejor libro LGTBIQ peruano del año para Crónicas de la Diversidad. Una historia contada en primera persona, que empieza con un ataque homofóbico a la protagonista, un ataque que la cambiará y que dispara sus reflexiones sobre su vida y su entorno hasta llegar a ese momento crucial en donde se mezclan las preguntas sobre los motivos, sobre su existencia y sobre la sociedad en la que vivimos. Aquí algunos párrafos seleccionados:

«Ese golpe era un fantasma que me seguía en vela. Una vecina le mandó una foto de la notificación a mi hermana, ella me la reenvió y me preguntó si ese juicio era por el «accidente de auto». Nunca tuve el corazón para decirle a mi familia que un tipo, que medía treinta y dos centímetros más que yo y que pesaba casi cien kilos, me reventó una jarra de cerveza en la cara el día de mi cumpleaños. Por ser lesbiana. Le dije que lo olvidara. Faltaban dos días para la sentencia. Diez años. La cara hinchada un mes. Un parche del tamaño de una toalla higiénica. Una grapa en la sien. Meses encerrada por una repentina agorafobia, no solo a discotecas y conciertos. sino miedo a estar en aviones, plazas, autobuses. Miedo de volver a verlo, miedo de cada brazo que se alzaba, miedo de cada luz que se apagaba, miedo de una canción en alto volumen. Miedo de bailar y disfrutar la vida.»

«Es mi octavo cumpleaños y me preguntan qué quiero de regalo. De algún niño del colegio he escuchado que existe un grupo llamado Iron Maiden, y me ha sonado bien; aunque no sepa aún qué es Iron o qué es Maiden, igual pido ese casete. Mi padre regresa del supermercado una tarde y, algo consternado, me dice que no va a ser posible. Puedo imaginar su cara con el encargado de la tienda. «¿ESTA ES LA CARÁTULA? ¿Con un muerto viviente? ¿Qué es esto? ¿Música satánica?». «A ver, ¿le pongo play señor?». Seguro que dijo que no, pero si hubiera escuchado la música apuesto a que volvía a decir que no. ¡Su niña de segundo grado de primaria escuchando esas guitarras! No le hacía mucha gracia. Ya teníamos problemas con que me gustara el fútbol y que coleccionara los muñequitos de Star Wars que él mismo importaba de Taiwán. Además -y yo creo que esta es la teoría que más encaja-, si mi mamá escuchaba esa música en casa, nos llevaba a exorcizar con el padre Harold, el cura del barrio.»

«Tenía doce años y vivía en una burbuja, envuelta en conversaciones absurdas sobre chicos a los que no les encontraba gracia pero que sabía que debían gustarme. Seguía el hilo de los chismes con aparente atención, pero puede que haya estado pensando en el arroz chaufa y los wantanes fritos que había pedido, en cuántas veces me alcanzaría grabar «Patience» de los Guns N’ Roses en cada lado de un casete o en si mis padres por fin me regalarían un Walkman por Navidad. Conversar como una chica normal a la que le gustaba un chico normal hacía menos tediosa la espera de mis padres y los padres de las otras chicas, en aquella avenida larga y concurrida»

«Nunca he tenido vecinas. He estado acostumbrada a primas y primos mayores, y a los amigos de todos ellos, con los que jugaba a los carnavales. ¿Qué se dice? Debo parecer la peor hermana. La primera en acercarse es Susana. Los lentes de gruesas lunas y marco de carey marrón se le chorrean por la nariz. Tiene una mancha de mostaza en la camiseta blanca, es de un equipo de beisbol. Las otras son Renata y Andre, que es en realidad Andrea pero le gusta Andre, y más aún, le gusta que le digan Marciana. Mi hermana ya no llora, le han secado los mocos y está engreída entre sus nuevas amigas mayores. No he tenido que decir ni media palabra, ella se ha encargado de presentarme a todas. Esta técnica se repetiría en cada mudanza familiar que hiciéramos. No necesitaba ni un día en una casa nueva para que mi hermana conociera a medio barrio. La Marciana repara la cadena que se ha salido de la pequeña BMX. Se sacude la grasa de las manos y algo de sus hombros bronceados me engancha»

Karen Luy de Aliaga con el reconocimiento de Crónicas de la Diversidad

Las fotos son de Irene Nolte.

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