El Inmenso Desvío es un libro de 9 cuentos con personajes LGTBIQ, que diera a luz Juan Carlos Cortázar en julio del 2018 (aquí pueden ver la entrevista que le hicimos entonces), publicado por el Grupo Editorial La Cultura para su serie Animal de Invierno y que acaba de recibir una Mención Especial en la Categoría Cuento en el marco del Premio Nacional de Literatura que entrega el Ministerio de Cultura.
Este Premio (otorgado para las categorías Cuento, Poesía y Literatura Infantil y Juvenil) solo entrega, para cada categoría, tres premios: el Premio Nacional y dos Menciones Especiales (no entrega Segundo y Tercer Puesto, solo Menciones Especiales).
Antes de este libro, la otra obra premiada por el Estado peruano, con temática LGTBIQ como temática principal, fue «Maquillage» de Eielson que recibió el Premio Nacional de Teatro en 1948.
Los cuentos tratan sobre el deseo y de cómo este se abre siempre camino, no importa si eres un hombre casado, si eres sacerdote, monja o novicia. Sadomasoquismo, sicarios, VIH, religión, violencia interna, son temas que atraviesan el libro. Su autor, sociólogo de la PUCP, con estudios de doctorado en Londres aprovecha estas historias para reflexionar sobre la discriminación, la homofobia y la aparente libertad de estos tiempos en América Latina.
A continuación, un breve resumen de cada cuento. Al final, el video donde el autor nos cuenta la historia detrás de cada uno de ellos y sus reflexiones sobre la sociedad LGTBIQ peruana. (Entre paréntesis el minuto en el que habla de cada cuento).
1.Darío detrás de la puerta (8:42)
Darío es un hombre casado que trabaja en un hotel del Centro de Lima que recibe parejas heteros y parejas gays. Se encarga de limpiar los cuartos y en su rutina diaria va encontrando cosas que dejan los huéspedes en quienes piensa con respeto pero con curiosidad y que activan su imaginación.
«La cama apenas está arrugada, los cojines botados a un costado: el intercambio -otra de sus palabras formales: no le va decir cachadita o agarrón o cualquiera de las vulgaridades con que Malena o Wenceslao se divierten en la recepción, cuando se quedan mirando a los clientes y chacotean en voz baja hasta que la puerta del ascensor se cierra-, el intercambio debió haber sido rápido. El mayor tenía pinta de casado, era canoso, quien sabe, con niños y esposa esperando en su casa.»
2. Era el pistaco (17:29)
Juliana tiene dos años en el noviciado y todavía cree en pistacos. Marta es una monja con pulsiones sadomasoquistas, que tranquiliza a Juliana, pero a la vez imagina su cuerpo siendo atacada por un pistaco.
«Cuerpo de voleibolista, pensó Marta la primera vez que la vio: espigada, las curvas de la cadera bien marcadas, los senos firmes, paraditos. La eligió este año entre varias candidatas del noviciado en Huamanga y vino con ella al Quinto. Esa primera vez, cuando la vio, le faltó el aire y sus ojos, por sí solos, los ojos se le perdieron en la hendidura que la blusa dejaba ver entre los senos, en esa hendidura que podría ampliarse si la chica tuviera los brazos tras el respaldar de esa silla donde, frente a ella, permanece sentada y con miedo»
3. Ocho metros (30:34)
Germán acaba de morir después de una larga enfermedad y su familia no fue al velorio ni al entierro en los Jardines de la Paz en Lurín. Su novio por casi tres años, que lo cuidó en sus últimos meses, conversa ahora con el abogado de la madre de Germán, que le pide que su cuerpo sea trasladado a la tumba familiar. Pero Germán había comprado dos tumbas juntas para que su novio descanse a su lado. Al fin y al cabo la tumba familiar está a tan solo ocho metros en el mismo cementerio.
«El abogado insiste: debe entender, joven, lo de ustedes fue, ¿cómo decirlo?, fugaz, accidental, una de esas cosas que ocurren, pero el de ella es amor de madre. Y piensas en las muy pocas veces que ella llamaba y que si contestabas tú, colgaba.»
4. Rapto (42:59)
Angie ha escondido en su peluquería de Melgar, una barriada cerca al puerto del Callao, a un San Sebastián. Y sus vecinas, de «falditas rectas a la rodilla», reclaman que se los entregue, porque quién sabe qué estarán haciendo ahí con la estatua del santo semidesnudo.
«-Lo que ha hecho Angie, eso también es una especie de rapto, ¿no? Llevárselo cuando no es suyo, así de noche en un camión.
-Usted tiene autoridad, es del gobierno, del museo, ¿no? Usted debe decirles que no se lo pueden haber llevado así nomás.
El hombre guarda silencio, él solo quería saber del paradero de la estatua. Es su trabajo.»
5. Epifanía (1:02:44)
La madre Epifanía, de origen español, lee la Biblia frente a las novicias y las instruye sobre Santa Rosa y cómo entender la mortificación de la carne. En un momento Marta (la misma sadomasoquista del cuento 2), arrobada por la forma como pronuncia las ces, fija sus ojos en las de Epifanía y su cuerpo se crispa.
«Marta se deleitaba interiormente recitando palabras que eran comunes en el hablar de Epifanía -crucifijo, novicia, tesalonicenses, cirio, canción, celibato-, pero el gozo se amplificaba hasta tomarla entera por asalto cuando lo hacía con palabras que nunca había oído salir de los labios delgados y estrictos de la madre Epifanía -caricia, lencería, placer-.
6. La embriaguez de Noé (1:08:14)
Cristián, profesional, con ingresos estables, departamento propio y sin problema para conseguir compañeros sexuales por el Grindr, decide, al cumplir 50 años, hacerse prostituto. ¿Por qué?
«No quiero jóvenes, dijo, no ahora, y recomenzó la caminata. La idea, mi idea, es hacerme prostituto para hombres mayores que yo, dijo. Me detuve en seco, en medio de la calle. No te sorprendas, dijo Cristián, antes he tenido cosas con tipos mayores, te he contado de Greg, ¿no?
7. Restauradores (1:20:43)
Esta historia es la precuela de Rapto. Jerónimo usa como modelo para sus restauraciones a Rubén. Todo iba bien hasta que aparece un San Sebastián para restaurar.
«Rubén se quedó dentro con el Cristo. Luego de unos instantes se puso de pie, se quitó la chompa y el polo para luego bajarse el pantalón, deshacerse de zapatillas y medias y quedar solo en calzoncillos. Observó la pose del Cristo con cuidado y se tendió en el piso, el mentón sobre el pecho, los brazos laxos a cada lado y el abdomen hundido, la pierna derecha levemente flexionada y con el pie encima del izquierdo. En silencio cerró los ojos y trató de casi no respirar. Al regresar, Jerónimo se quedó petrificado ante los dos cuerpos»
8. Legado (1:28:05)
Este cuento es la continuación de «Ocho metros». El novio de Germán, viudo y echado de su departamento se ha ido a vivir a la casa de la pareja formada por Miguel y Jorge. Pronto se da cuenta que esta pareja lleva su relación de una manera diferente a como él llevaba la suya.
«Miguel anuncia que va a dormir, la guardia en el hospital lo ha dejado muerto. Lo mira apenas; descansa bien, susurras concentrado en tu café. Sabes lo que ahora puede pasar: Jorge acercándose, cayéndote encima para morderte el pecho, meter la mano bajo el bóxer que te has puesto mientras tú -tranquilo, no pasa nada, ha dicho Jorge-, tú te controlas para que Miguel no escuche nada.»
9. Animales peligrosos (1:36:55)
Uriel y Abelardo son dos sacerdotes que llevan a escondidas su sexualidad. Hasta que algo ocurre y los obliga a tomar la decisión de buscar a un sicario.
«No puede ser…, están en la cama, aquí, en pleno seminario, se dijo con alarma, fingiendo no haber imaginado nunca algo así. Vio que la ventana ovalada -tipo ojo de buey- que estaba encima de la puerta había quedado entreabierta y, en el acto, trajo una silla de su cuarto; parado sobre ella se asomó con mucho cuidado. Adentro la luz estaba encendida, Uriel tendido boca arriba y con los brazos abiertos -pudo ver el vello de sus axilas, el del pecho- recibía con las piernas abiertas las acometidas de Abelardo»