Retablo, una película sobre el amor y el respeto

Entrevista al director Álvaro Delgado-Aparicio y al joven actor ayacuchano Junior Béjar

Por Vero Ferrari

La multipremiada película Retablo, de Álvaro Delgado-Aparicio, se estrenó el 16 de mayo. La obra, ganadora de 26 premios hasta el momento, trata del amor entre un padre y su hijo, y un secreto que se interpondrá entre los dos.

Descrita como un llamado urgente a la tolerancia y al respeto por la diversidad, ha sido grabada en Ayacucho y está hablada casi completamente en quechua. A través de una historia íntima y conmovedora en donde se habla de la vida, el arte y la herencia cultural en las comunidades andinas, somos testigos del amor familiar, pero también de la violencia que puede desatar la intolerancia. 

Sus tres actores principales son Magaly Solier, que interpreta a Anatolia, la madre de Segundo (Junior Béjar), el adolescente de 14 años que está en proceso de formar su propia identidad y que descubre que su padre no le ha dicho aún todo sobre su vida. El padre, un artista del retablo, que le van enseñando los secretos de su arte, está interpretado por Amiel Cayo.

Entrevista a Álvaro Delgado-Aparicio y Junior Béjar

Hay varios temas dentro de la película: el legado cultural del arte ayacuchano del retablo, la relación padre-hijo que es nuclear y la homosexualidad, ¿qué fue primero?

A: Al inicio una pregunta que nos hacíamos es que cuando estás en una relación familiar, de pareja, amical, las relaciones son complejas y a veces uno quiere ser libre, pero la dependencia es más fuerte, qué pasa ahí en esa situación; la segunda pregunta que nos hacíamos era que cuando uno es adolescente idealiza a su padre o a su madre y de pronto esa figura materna no termina siendo como te la imaginas. Los retablos son vistos como portales de vida que te llevan a diferentes espacios entre la fantasía y la realidad. Cuando te dedicas a ver un retablo por mucho tiempo te comienzas a dar cuenta de cosas que previamente dabas por dadas. El cine es un medio para representar imágenes, pero también es un medio para reparar imágenes y ese es un hilo conductor en esta historia, nos preguntamos cómo un adolescente podría reparar la imagen de su padre que previamente está idealizada, y por eso utilizamos los retablos como medio. Con Héctor Gálvez, el coguionista, cuando le damos vueltas a la historia pensamos en qué cosa podría desestabilizar a un adolescente en busca de su propia identidad y así salió el tema de la sexualidad.

Cuando te enteraste que esta parte iba a estar en el guion, ¿cómo lo tomaste?

JB: Con Álvaro leímos varias veces el guión detenidamente, lo que a mí más me encanta es el amor que se tienen y que trasciende por sobre todas las cosas, y que uno llega a comprender a las demás personas y que lo más importante es el valor humano, no otra cosa.

¿Te ha tocado vivir algo parecido?

JB: No.

¿Te imaginas qué pasaría si vivieras algo así?

JB: ¿Qué debería pasar? Todos somos iguales, como te dije, el valor humano es lo más importante y si una persona es feliz así está bien, la felicidad para cada uno es diferente y hay que aceptarla.

Estamos en un contexto complicado, hoy han salido grupos conservadores a decir mentiras sobre el enfoque de género. Tu película llega en un momento preciso para hablar de esos temas: la diversidad sexual, el amor padre-hijo por más que no cumplan con los estándares.

A: Cuando hacíamos esta historia, uno de los temas que queríamos tratar era la complejidad entre la tradición y la modernidad, para empezar, a veces lo que conflictúa es cómo convivimos con la diversidad y aceptar a la otra persona por lo que es, y hay mucha gente que lo puede aceptar y hay otra que le da miedo y le resulta difícil. Yo creo que hay también mucha gente que está siendo más tolerante, está aprendiendo. El objetivo de esta película es que si hay amor todo se puede resolver

En los Andes el tema de la diversidad sexual sigue siendo un tabú, sigue siendo origen de muchísima violencia, ¿cómo crees que esta película puede ayudar en ese contexto?

A: Algo que nos pasó cuando hemos estado viajando, si bien esta es una película que se ha hecho en Ayacucho, ha tocado el corazón de la gente en el mundo, la han pasado en Polonia, Tailandia, Irán, Rusia, países que son muy conservadores y donde también hay mucha homofobia, y ya lo ven con otros ojos. Me gustaría que cuando se presente aquí la gente también lo pueda ver con otros ojos, hay varios mensajes bien importantes de la película que nos van a ayudar a todos.

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