El libro que ha escrito Ricardo Morán rompe con la tradición que hemos tenido entre los libros de testimonio de vida gay en el Perú, desde que empezaron a aparecer de forma significativa en los 80 (El deseo diferente, No se lo digas a nadie, Canto de dolor: No repitan esa canción, Maldita ternura, Viva esa chica: Memorias de una lesbiana valiente, Diario de una pasiva, No busco novio, Noches de vodka, Arequipa lámpara incandescente, Compórtense como señoritas), en el sentido en que es la primera vez que trata de una familia formada por una persona gay, y no solo es la travesía individual de alguien, de sus búsquedas y desencuentros con todo el dolor que ello conlleva en el país tan agresivo en el que vivimos. El tono positivo y cordial de la historia nos recuerda a la de Viva esa chica, pero en este libro de Morán el humor y la alegría con la que narra lo hace una cosa única y, espero, un hito que signifique el cambio en esta narrativa que se había dado en llamar disidente y que ahora se ve tan natural e integrada.
Pero además el libro es también un ameno tratado de qué es la gestación subrogada como no podría explicártelo nadie mejor que el conductor de Ciencia Loca: fertilización in vitro, placas de petri, examen genético, células convertidas en blastocitos, embriones humanos congelados, fechas de expiración, embriones no viables, la amniocentesis… ¿Sabías que en el 2017 nació Emma Wren Gibson después de haber estado congelada como embrión durante 24 años? ¿Sabías que estas clínicas de fertilización in vitro se dan la tarea de descartar la transmisión genética de alrededor de 400 enfermedades a las que normalmente estamos expuestos los que nacemos de forma natural?
El libro de Morán es un libro divertido, pero también muy honesto y al que no se le escapa la mirada de su entorno peruano. Y, aunque lo menciona muy de pasada, mucho de lo que ocurre en el libro (la necesidad de llevar todo el proceso en secreto, el sumo cuidado de mantener a la prensa alejada del asunto, sus viajes fuera del país) te habla de un país donde se ha instalado una cultura del odio de la que tienes que cuidarte, esconderte, protegerte. Si pensamos que estamos hablando de uno de los hombres en el tercio superior de los privilegiados, nos damos cuenta del poder que han llegado a tener en este país los criminales del odio que nos rodean lamentablemente y que en los dos otros tercios de la pirámide significa exclusión social, vulnerabilidad, pobreza y muchas veces muerte.
De forma velada también el libro nos habla de la soledad. De cómo nos acostumbramos los gays a valernos solos en todo lo que hacemos. En lo fuerte y creativos que eso nos hace. Pero también en lo duro que puede ser eso en algunas circunstancias.
Hay otras historias, además de la suya propia, que nos cuenta Ricardo Morán y que, creo, constituyen toda una novedad en la literatura peruana y deberían servir para humanizar la discusión sobre maternidad subrogada o asistida. Una de ellas es la de la madre en cuyo vientre crecen los niños. El libro nos la describe con muchos valiosos detalles: el momento en que la contacta, la decisión que toma ella de aceptar a Morán, nos introduce en su casa, nos hace conocer a su esposo, a sus hijos, a toda la familia que se involucra en el embarazo subrogado, nos hace vislumbrar sus motivaciones, el fuerte deseo que ven en el hombre que quiere ser padre y con quien se comprometen a colaborar, el parto con ambas familias alrededor, la despedida final y el deseo que vuelve a aparecer en ella misma de tener más hijos.
La otra historia iluminadora es la de Tadeo, el niño que tiene 13 años y con el que Morán estuvo involucrado desde el momento en que su madre decidió tenerlo por inseminación artificial. Tadeo por lo tanto es un niño sin padre biológico (en estricto su padre dejo su semen de forma anónima en una clínica de fertilización para ayudar a quienes quisieran hacer uso de ese servicio). Y, con los ojos orgullosos de quien fue una de sus referencias paternas, Morán nos lo describe como un chico sano, empático y feliz que vomita luego de pasar su propio reto de subirse a 20 montañas rusas y que promete divertido ser quien lleve a sus sobrinos a su primera borrachera a escondidas del padre.
Como ven, es un libro de temas fundamentales, narrado desde el punto de vista de una persona del siglo XXI que se rebela contra la heteronormatividad pero que reconoce que mucho de ella también tiene impregnado como parte de la marca país que llevamos. Que lucha por la igualdad y que se resiste a que la sociedad nos imponga patrones sexistas pero que sabe que tendrá que remar duro por eso y que siempre tendrá por si acaso un pasaje de ida en el bolsillo. Esperemos que no tengan que irse, que Catalina y Emiliano vivan felices en el Perú y hereden un país mejor que gracias a su papá se está construyendo.