«Así como la luna, yo siempre voy a estar contigo». Amaia y el amor en tiempos de violencia

Amaia

Por Gustavo Ochoa Morán

El pasado fin de semana, el colectivo teatral Telón mestizo estrenó la puesta en escena de dos obras de microteatro en Casa Tomada, librería y espacio cultural en el distrito de San Isidro. Estas son mis breves opiniones sobre Amaia, una de las micro-obras, que narra una historia de amor lésbico en tiempos de conflicto armado.

Amaia y Lu, dos jóvenes habitantes de un pueblo en el Ande peruano sin especificar, viven un doble encierro: el de su vida como pareja lesbiana oculta para su comunidad y el encierro obligatorio producto de un violento conflicto armado en el exterior. Lu es entusiasta y, todas las noches, intenta convencer a Amaia de abandonar la casa al amanecer en tanto que la acompaña a superar las huellas traumáticas que la situación le ha generado. En la espera nocturna al día en que Amaia decida cobrar valor y abandonar el pueblo, ambas se dan ánimo entre cuidados, recuerdos, juegos y el amor que se prodigan bajo el esperanzador brillo de la Luna.

La dramaturgia de Mauricio Figueroa pone énfasis en la inestable experiencia de sus personajes y del estado de sobresalto que las acosa. Para lograr esa consonancia con el relato, el director, Víctor Lucana, dispone “la casa” con elementos mínimos y aprovecha su reducida espacialidad para convertirla en un atributo afín al microclima de angustia y aislamiento. A su vez, esta exploración de las emociones no sería posible sin el excelente trabajo del elenco, las actrices Helen Domínguez y Milagros Campos, quienes nos facilitan esa sintonía con el drama.

Existen aspectos formales adicionales en la puesta en escena que influyen en la elaboración de una atmósfera oportuna para su visionado. El uso de luz roja transmite con eficacia la sensación inusitada frente al peligro externo, mientras que la luz azul recrea las evocaciones y las apariciones benéficas de Lu. Otra herramienta de exploración emocional es la música tradicional que acompaña diversas escenas de la obra. Huaynos y música instrumental con cuerdas del Ande acompañan el periplo de las protagonistas hasta el desenlace. Asimismo, el empleo de sonidos cortos, drapeados y coreografías sugiere el elemento de la violencia sufrida en épocas de conflicto con una inteligente sutileza. Desde luego, este respeto por el tema no impide al director transmitir un mensaje directo sobre las cifras de muertes y desapariciones aun sin justicia en el epílogo de la obra.


En síntesis, Amaia es una micro-obra rescatable sobre lo que aún resulta una temática histórica de difícil tratamiento y que, de manera pionera, explora la experiencia lésbica en situaciones de violencia política y armada.

A esta micro-obra le sigue Mi primer baile, escrita por Federico Abril y dirigida por Jiro de la Vega, micro obra que aborda las dificultades de Patricio, un alumno con discapacidad auditiva, en su proceso de socialización escolar. La premisa argumental (fortalecida por la proyección de subtitulado, uso de lenguaje de señas y ejecución de sonidos ritmados) invita al público sin discapacidades a empatizar con la experiencia de vulnerabilidad a su vez que promueve la inclusión de esta población en la sala. Recomendamos mucho que se acerquen a estas historias y las propuestas artísticas que traen consigo.

«Mi primer baile»

Amaia y Mi primer baile tendrán cuatro funciones más los días 1, 2, 8 y 9 de marzo (viernes y sábados) en horario doble (8 pm y 9 pm) en la librería Casa Tomada (Av. Petit Thouars 3506, San Isidro 15046). Encontrarán mayor información aquí: https://www.instagram.com/telon_mestizo/

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