A Pablo, casado y con dos hijos en edad escolar, lo sacan del closet. Al comienzo lo toma con resignación e incluso con valentía al irse a vivir con su novio. Hasta que se le cae el mundo: su familia evangélica nunca desistirá de intentar curarlo de tamaña enfermedad (es tanto la comidilla de las conversaciones de la familia que su hijo pequeño se pregunta «¿estaré yo también enfermo?»). Temblores es una película de humor negro que solo puede haber sido hecha en América Latina, el reino del realismo mágico, de la religión, de las tradiciones absurdas y de la homofobia. Lo despiden de su trabajo porque no encaja con la moral de la empresa. Cuando intenta acercarse a sus hijos en el colegio los profesores corren a alejarlo de los demás niños porque asumen que es un pedófilo. Al pobre de Pablo no le queda más remedio que someterse a la terapia de curación de la pastora de su iglesia, una iglesia donde las limosnas se recaudan con un POS inalámbrico directamente de las tarjetas de crédito de los fieles y en donde la pastora da sus sermones de sanación a los homosexuales en plena ducha mientras estos se bañan.
Merecido el premio Sebastiane Latino que GEHITU, la organización LGTBIQ que acciona en el País Vasco, le ha otorgado como la mejor película LGTBIQ latinoamericana. Y es una lástima que no haya llegado al Festival de Cine de Lima en Perú, cosa que nos extraña porque su Director Jayro Bustamante es un Director que fue, en el 2016, reconocido mundialmente por su película Ixcanul, incluido el premio que ganó en el Festival limeño. Y Temblores estuvo presente en la Berlinale, un Festival del que están muy al tanto los programadores de nuestro Festival y en donde, según la Deutsche Welle, fue aclamada. ¿En Lima no la consideraron relevante? ¿Quizá creyeron que era una ofensa a las religiones? ¿Fue una autocensura? Misterios de los Comités de Selección.
Estuvimos en la premiación en San Sebastián y aquí las fotos.
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