Texto: Gustavo Ochoa Morán
Imágenes: Coro Gay de Lima
El pasado martes 3 de diciembre, se llevó a cabo Gardenias, concierto de la Asociación Cultural Coro Gay de Lima con el que se exploraba la identidad nacional desde una perspectiva musical y diversa. El evento lleva el título en homenaje a las víctimas de la noche de Las gardenias, personas gays y trans que fueron asesinadas por el comando terrorista del MRTA el 31 de mayo de 1989. Con este show musical, el Coro Gay de Lima celebra y visibiliza a la comunidad LGTBIQ+ al cierre de un año que ha significado enormes desafíos en materia social, política y en la representatividad para las demandas de las disidencias en Perú.
El espectáculo abrió con el tema original de la agrupación, “Somos el Coro Gay de Lima”, un festejo que puso énfasis en el color del espectáculo, un ambiente de celebración de la diversidad. Después, continuó con un interesante repertorio musical andino, entre ellos, “La chismosa”, huayno de Los campesinos de Bambamarca que elevó el escenario a una atmósfera de carnaval. Con “Wawa”, se entró en el lado más sentimental de la música del Ande para hablar de los ancestros y, por supuesto, de las familias diversas. Con “Matarina”, copla tradicional de origen ayacuchano y anónimo, el elenco respondió de manera jocosa y alegre a la incoherencia de los discursos discriminadores. Y la cuota humorística llegó con la drag queen La Langosta, una de las invitadas, quien participó cantando junto al Coro un delicado y romántico huayno titulado “Quisiera quererte” de la Pastorita Huaracina.
El cuestionamiento de actitudes hostiles como el bullying homofóbico y problemas transversales a este, como el racismo, la violencia intrafamiliar y social, entraron en escena con la interpretación de “¡Me gritaron negra!”, poema de la gran artista afroperuana Victoria Santa Cruz, esta vez interpretado en torno a una historia de identidad de género trans y de resistencia.
El rock peruano también estuvo presente en el repertorio elegido. Es así que escuchamos “Fantasy”, tema de la banda peruano-estadounidense Autocontrol. Al corear “Yo quiero una verdad / yo quiero una razón” se expresa el clamor de algunas personas de la comunidad por mantener firme su fe religiosa pese a los prejuicios y el ostracismo social.
Dentro de los varios momentos álgidos del espectáculo, estuvo la interpretación de “Marinera prohibida”, que, como otras secuencias, no podía carecer de danza, y qué mejor que bailar desafiando los roles de género en danzas tan tradicionales como son la marinera o el tondero. Otro momento emotivo fue la interpretación del vals criollo “Que somos amantes”, célebre tema compuesto por José Escajadillo y recordado por la voz de la maestra Eva Ayllón. Nunca un verso tan coreado como “que somos amantes / sin otro destino / que el mañana incierto / de nuestro camino” resonó con tanto dolor y tanta verdad en un escenario. La emoción fue tal que no faltó un grito valiente en el auditorio con la demanda de “¡Matrimonio igualitario ahora!”.
Otro momento icónico fue la interpretación del vals criollo “Cholo soy” de Luis Abanto Morales, canción emblema para hablar de las desigualdades innegables que también atraviesan a muchas personas de las poblaciones LGBTIQ+. Así, este trayecto por los ritmos del Perú llegó a su fin y no podía cerrar sin el aporte del Norte y de la Región Selva, con éxitos de la tecnocumbia como “Luna bonita” de Agua Bella y hasta las toadas del grupo Euforia de Iquitos, como el clásico noventero “Siki Siki”, que pusieron a bailar a la platea entera.
Resulta necesario señalar el cuidado visual del espectáculo en Gardenias. Bajo la dirección escénica de Luis Ramírez, el trabajo en escena procuró una adecuada conjunción entre estructura y desplazamientos con los juegos de luces y las proyecciones de motivos populares peruanos. Al mismo tiempo, este concepto se reforzó con los vestuarios de coloridos bordados, pañuelos, chullos, ponchos, sin que esta propuesta tradicional impida usar maquillajes, faldas y bailar en libertad absoluta. En ese sentido, Gardenias fue un espectáculo de identidad en estado puro y en mayúsculas. Es más, el público también fue invitado a bailar con libertad y hasta recibió globos festivos para acompañar el cierre.
Sobre la performance artística del elenco, hay muchos aspectos por destacar. La dirección musical a cargo de Sergio Cavero, basada en cuerdas, percusiones y teclado, buscó recrear todos los ritmos sonoros que integran el repertorio nacional. Asimismo, la elección de temas supone un acierto en la medida en que se intenta representar la diversidad musical del país y que esta elección también admita una perspectiva festiva y, por qué no, crítica, desde la mirada de las diversidades sexogenéricas. Finalmente, el desempeño escénico del coro resulta loable teniendo en cuenta que la propuesta incluye canto, performance teatral, oratoria, intercambio con el público y coreografía. Incluso, se percibe un intento por que cada miembro desarrolle y muestre su personalidad en el escenario, lo que hace única cada intervención.
Desde su título, el show nos demostraba que no iba a ser ajeno a las problemáticas de la comunidad LGTBIQ+ en la ciudad. Es por eso que entre sus invitadas también estuvieron las artistas multidisciplinarias Gia Lujuria y Gretel Warmicha para testimoniar y performar la violencia social, institucional y policial que la comunidad transfemenina aun padece en la ciudad de Lima mientras el coro interpretaba un clásico del rock peruano, “Avenida Larco” del grupo Frágil.
Asimismo, el show brindó un oportuno espacio para contar cómo la palabra gay en un panel publicitario despierta la homofobia de cierto sector de vecinos sanisidrinos o sobre los ataques que han recibido constantemente en redes sociales. Finalmente, se incluyó un espacio de reflexión sobre cómo tener una vida positiva aún representa temores por los riesgos en la salud, los estigmas propios de la serofobia y la crisis por el actual desabastecimiento de tratamientos.
En síntesis, Gardenias ha sido un espectáculo de alta calidad y necesario en estos tiempos, pues nos permite, como espectadorxs, conectar con la diversidad cultural y musical de nuestros territorios y posibilita la inclusión de las disidencias LGBTIQ+ en expresiones que no siempre han sido abiertas a la pluralidad. Esperamos que el Coro Gay de Lima vuelva a sorprendernos con más proyectos artísticos de este nivel y, sobre todo, que siga incomodando a las mentes herméticas “de los moralistas, de los puritanos, los que no perdonan, los que no comprenden”… ¡que somos diversxs!