Por Movimiento Maricas Bolivia
Cuando se le pregunta a Álvaro por cómo se identifica, se detiene a pensar en su padre y su madre indígenas, con quienes tiene una historia dolorosa sobre su homosexualidad, se detiene a pensar en su perro Rompe Monte, ahorcado por copular con otro perro macho, se detiene a pensar en todas las veces que tuvo que reprimir su homosexualidad, con miedo y culpa, en su comunidad, ante sus padres y sus amigos. Sigue pensando, antes de responder, en la hipocresía de otros activistas indígenas que le decían “todo bien Alvarito, genial”, cuando se declaró abiertamente homosexual, mientras le negaban cargos o lo anulaban sencillamente. Piensa en las veces que tuvo que explicar el uso de su sombrero1 y en todas las respuestas de otros gais de ciudad que lo calificaban como “indiecito”, con un aire de falsa tolerancia y el uso del diminutivo como reducción de su condición y que lo colocaba por debajo de ellos. O los cuestionamientos de otros gais preguntando por sus plumas, sus abarcas2 y la calificación de “indio marica”, lanzada como insulto y distanciamiento por esos gais blancos, que hablan inglés y se pasean entre Santa Cruz y Miami. Álvaro sigue pensado y, aunque se le quiebra la voz, se presenta como un indígena originario de tierras bajas, chiquitano monkox y tevi.
¿Cuál es la traducción de tevi monkox, que usas como nominación identitaria, y cómo se usan estas palabras en la cultura chiquitana para referirse a los homosexuales?
Ser indígena chiquitano lomeriano monkox y tevi: el lomeriano monkox es usado hace dos años en la Mancomunidad Lomeriana3 y ya no se quiere usar chiquitano o indígena porque está asociado a los indígenas del área andina de Bolivia, como referencia a Evo Morales, [el ideal indígena]. Entonces, se prefiere usar lomeriano monkox; lomeriano por la Mancomunidad llamada como tal y monkox, en sus variables de traducción, significa originario o de donde venimos. La palabra tevi siempre he escuchado para designar a los homosexuales y la primera vez que le pregunto a mi madre ¿cómo la gente en San Antonio se refiere a los homosexuales?, ella me responde “cuando los ancianos señalan a las personas como maricones, ese tevi, ese maricón”. Sin embargo, hubo un acontecimiento que marcó mi vida en el potrero de mi abuelo. Él tenía dos perros machos, uno se llamaba Rompe Monte y el otro era Cusiña, que significa choco, y vivían en el potrero para cuidar el sembradío de maíz y espantar a las aves. Cuando volvimos, una vez, encontramos a los dos perros machos apareándose. Mi abuelo se indignó totalmente, ante la mirada sorprendida de mi abuela, mis hermanas, mis primas y yo, agarró a uno, lo golpeó con el azadón y lo colgó afuera del potrero, al otro lo capó y se lo llevó a casa, a este no lo iba a matar porque era buen cazador. Entonces, tevi surge para señalar a los hombres que hasta cierta edad no tienen mujer, no tienen hijos, o no tienen una corteja y de este modo discrepan de los mandatos de la comunidad. Las madres dicen “mis hijos a los 16 años ya traía 2 o 3 cortejas4” y mi madre decía “pero el mío se está dedicando más al estudio” y las otras respondían “seguro va a ser tevi, qué hace ese tevi”, como diciendo “qué hace ese maricón que hasta ahora no tiene corteja”. Hay un límite de edad entre los 18 y 19 años [para cumplir con la demanda heterosexual], si el hombre no tiene una pareja heterosexual a esa edad es un “pichi p’atrás”, “es un tevi, es un maricón”, “no hace nada”, “seguro que es un desviao”, “un embrujao”. La madre de uno de mis primos decía “a mi hijo lo llevaron al cerro San Andrés esos brujos, esos pichareros, y de allá me lo trajeron así medio raro”, para no decir que su hijo era homosexual, o que le gustaban los hombres, decía que su hijo estaba “embrujao” y debía de hacer eso, aludiendo a su comportamiento homosexual, como parte de una iniciación para ser parte de los pichareros, que son los brujos de la comunidad.
¿Asumiendo la heteronorma y el modelo de masculinidad hegemónica en la cultura chiquitana, puede uno reconocerse homosexual en la comunidad o no existe esa posibilidad y tiene que marcharse?
No, es muy difícil, el maravilloso dicho “pueblo chico, infierno grande”. Es muy difícil aunque se sepa, yo tengo como 6 primos que son gais, como dicen ojo de loca no se equivoca, muchas personas se hacen la burla porque algunos son amanerados y se rumorea mucho. Está bien que uno pueda ser [homosexual], ser parte de la comunidad, pero no puede decirlo y tampoco puede ejercer su sexualidad. Estas limitaciones hacen que surja el autoexilio, pero también el autoexilio como algo estratégico [para esconder la homosexualidad], en mi caso surgió, y hacer al servicio militar [obligatorio]. El servicio militar utilizado como una cortina de humo, además que es una obligación para todos los hombres en el caso de la Mancomunidad, porque después que uno termina ese servicio no es necesario explicar a la comunidad por qué hasta ahora no tienes mujer o hijos o por qué hasta ahora no estas casado. Además, la comunidad asume que uno ya es hombre y sabe cómo manejar su vida, porque se ve al cuartel [como un espacio de enseñanza] para manejar o cargar la vida y que ayuda a formar al hombre en la toma de sus decisiones. Entonces, el autoexilio utilizado como estrategia, a través del servicio militar obligatorio, [sirve para disimular la homosexualidad] porque pocas veces una persona puede salir de la comunidad para estudiar [una carrera universitaria] en la ciudad. El servicio militar obligatorio es una opción para que, después, te dejen en paz.
¿Qué problemas has tenido, al reconocerte abiertamente homosexual, dentro de este activismo indígena en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra?
Pertenezco al activismo indígena hace 4 años, y mi orientación sexual, de manera abierta, lo asumo hace medio año. Yo soy parte de la Red de Jóvenes Indígenas y Afro-bolivianos de Santa Cruz (JIASC), creada hace más de 2 años, y ésta es una de las afiliadas a la APISACS (Asociación de los Pueblos Indígenas de Santa Cruz de la Sierra). Entonces, esta organización matriz, AFISACS, a la ahora que pertenece la Red tiene un activismo político al que postulamos para ingresar. Todos habían señalado que yo era la persona más indicada [para poder ir a la cabeza] y asumir la responsabilidad del cargo; pero justo les digo que soy homosexual, que me gustan los hombres, e, incluso, les digo de la manera más diplomática, a través del análisis en un artículo llamado “Salir de dos armarios”, la dificultad de asumir nuestra auto identificación cultural y la orientación sexual [en el contexto de la comunidad indígena y la ciudad]. Entonces, trato de ser tan sutil que al parecer no era suficiente y justo en la asamblea general las compañeras, son mayormente mujeres, hemos optado que la directiva sea conformada por más mujeres que varones, se excusan de mi candidatura diciendo que a la cabeza debía ir alguien más experimentado, aludiendo al compañero afro boliviano y dijeron “te vamos a considerar para la próxima [elección]”. Luego surgieron 3 carteras para esta organización, planificación, propuestas de políticas públicas y género, yo les dije “todo el tiempo una mujer ha entrado a la cartera de género, porque no, esta vez, un hombre o un homosexual” y ellas respondieron “no sé, vamos a hablar después”. Yo les digo “les molesta que sea gay” y nadie responde nada y empiezan a hablar entre ellas. En mi impotencia, en mi rabia, dije “está bien, justamente hoy cuando les digo que soy gay”, horas antes decían “todo bien Alvarito, genial”, pero después que trato de hablar con ellas e incluso les presento el artículo no quisieron [considerar mi nombre]. Ahora, después de esta experiencia, había optado por retirarme de la organización, pude ver el problema en el que me iba a meter en el trato con todas las otras organizaciones. En APISACS hablábamos de derechos humanos, en contra de la discriminación y racismo, pero muchas veces el debate era ¿por qué nosotros pedimos nuestros derechos, como indígenas, pero excluimos a otros?, en el caso de las diversidades sexuales y de género. Ese es el problema, dentro de las organizaciones indígenas el hecho de que se acepte el ser indígena ligado a la homosexualidad es muy difícil. De hecho dos temas muy importantes que he metido, como cizaña, dentro de estas organizaciones, es la paridad de género, dentro de los movimientos indígenas, y la reflexión sobre diversidades sexuales y de género dentro de los pueblos indígenas y originarios, donde evidentemente se nos niega la existencia.
¿Cómo vive, un indígena homosexual, el racismo en los espacios LGBTI de la ciudad?
El problema principal es que, cuando asumimos nuestra sexualidad [como indígenas] o queremos asumir nuestra sexualidad a plenitud, nos hacemos un imaginario de la ciudad, el espacio bonito, grande, donde voy a poder tener estudios, voy a poder trabajar, voy a tener más amigos. Y cuando queremos explorar la ciudad desde nuestra diversidad cultural y diversidad sexual llegamos a espacios que asumimos como nuestros, decimos “ah, aquí voy a estar tranquilo, este va a ser mi espacio, me van a ayudar, me van a orientar”. Pero en realidad no, nos topamos con el hecho de que hay un estereotipo del ser gay [en la ciudad] y hay ciertos estigmas alrededor de las personas de los pueblos indígenas. Si he tenido amigos que me han aceptado, pero también gente que me miraba con supremacía, interpelando mi forma de vestir [como indígena]. La cultura en Santa Cruz de la Sierra es enaltecida, es querida, porque se ve un sincretismo cultural, el camba que baila la chobena y los taquiraris y es bonito para tenerlo de adorno, pero no para que presente una voz, una opinión, o reclame que algo dentro de esa estructura social está mal. Me encontrado con gente que me preguntaba por el sombrero que uso y yo decía “es parte de mi identificación cultural, es parte de mi cultura, y trato de hacer una reivindicación cultural en la ciudad” y esta gente respondía “entonces eres un indio marica, eres un indiecito, dónde están tus plumas, por qué no usas abarcas o por que no estas descalzo”. Ese exilio no solamente de la comunidad, no solo de nuestro núcleo familiar, sino que dentro de ese espacio social del que intentamos ser parte, nos excluye, nos discrimina, nos objetiviza.
¿Cuál tu militancia, tu activismo, y por qué es necesario seguir poniendo en debate el tema del indigenismo y la homosexualidad en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra?
Yo, con las experiencias que he tenido al intentar surgir en el ambiente LGBTI, he descartado mi presencia en estas instituciones ya instaladas en Santa Cruz. He vuelto a plantear mis objetivos para decidir que debo hacerlo desde las organizaciones indígenas, debo seguir incomodando a las lideresas y líderes de estas organizaciones que realizan incidencia política y tienen voz y voto en el municipio. Entonces, mi activismo, desde que he asumido mi orientación sexual de manera abierta, ha sido confrontar esta invisibilización que hay al ser indígena y homosexual, marcar presencia y decir que no es algo raro, no tienen por qué excluirnos de las organizaciones indígenas. Porque hay un problema que ha surgido también dentro de los movimientos indígenas, cuando se plantea la unión de oriente y el chaco, los derechos de los pueblos indígenas han sido planteados bajo un enfoque de comunidad, de colectividad, dentro de los territorios ancestrales. Estos derechos para los pueblos indígenas no han sido pensados para un tema de migración, no se ha pensado los derechos indígenas en la ciudad, para gente que pueda ejercer su cultura y su cosmovisión en ese espacio. Faltaba una visión de pueblos indígenas en la ciudad desde la auto identificación cultural, como indígenas que venimos de un pueblo, de padres indígenas y pertenecemos a las organizaciones indígenas y esta falta provocaba la invisibilización de los indígenas en la ciudad. Por eso planteo mi activismo [en las organizaciones indígenas], y no tanto desde el movimiento LGBTI, porque pienso que la aceptación [y respeto] de personas con diversa orientación sexual e identidad de género dentro de estas organizaciones debe ser hablado por nosotros mismos. Nuestro activismo no va exigir el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino plantear la presencia y visibilidad de homosexuales dentro de las propias organizaciones indígenas. Mientras no subsanemos una herida no podemos pasar a la siguiente etapa. Desde de esa marginalidad que se le da a los pueblos indígenas y a las personas con diversa orientación sexual e identidad de género se podría lograr una fusión, entender esas diferencias y tener un activismo con enfoque derechos humanos más general, sin preocuparnos en las diferencias.
NOTAS:
1 Sombrero indígena chiquitano.
2 Es un tipo de calzado rústico elaborado principalmente en cuero crudo, que cubre solamente la planta de los pies, y se asegura con cuerdas o correas sobre el empeine y el tobillo, también se llama ojotas y está asociado al mundo rural.
3 Comunidad indígena chiquitana perteneciente al extenso territorio conocido como La Chuiquitanía, asentada en las provincias Nuflo de Chaves, Velasco, Chuiquitos, Sandoval y Busch del departamento de Santa Cruz de la Sierra.
4 Noviazgo, en términos de heterosexualidad, en el lenguaje coloquial de cruceño (Santa Cruz de la Sierra).
Apthapi: reflexiones en torno a las identidades indígenas y diversidades sexuales y de género en Bolivia. Fotografía: Los deseos de Yaguarasu (jaguar joven)