Por Jorge Alberto Chavez Reyes
En el Reino Unido y otros países de Europa se refieren al Festival de Eurovisión como «el mundial» o «las olimpiadas» gay, quizás porque al ser un certamen anual de carácter competitivo, Eurovisión se parece más a cualquier gran acontecimiento deportivo que a un simple festival musical. Para ver la final de la competencia, la gente, en este caso, mayoritariamente hombres gays, se reúne para verlo, comer pizza, tomar vino o cerveza y discutir sobre sus favoritos. También se hacen apuestas.
Entre los fans de Eurovisión se genera una «amistad instantánea» del mismo que cuando dos personas se dan cuentan de que son hinchas del mismo equipo de fútbol. Eve Kosofsky Sedgwick, experta en estudios de género y teoría queer, diría que esto se debe a que comparten un mismo discurso.
Y, como en Eurovisión compiten países, se genera en los espectadores un sentimiento parecido al que genera el Mundial de fútbol. Pero en en este caso, la comunidad gay no se siente excluida como ocurre en el del deporte donde el machismo heterosexista impera. Según el periodista alemán Peter Rehberg, autor del ensayo Nacionalidad queer en el festival de Eurovisión, el certamen otorga a la comunidad LGTB un derecho patriótico que se le niega en otros campos.
Eurovisión y las redes sociales
El acceso prácticamente permanente e ilimitado a las redes sociales móviles del que gozamos ahora permite a los fanáticos de Eurovisión interactuar durante todo el año. De hecho, dependen cada vez más de estos medios para mantenerse en contacto con este fenómeno televisivo internacional único. Millones de fans fuera de Europa ven el festival en sus laptops o sus celulares más que en la transmisión de televisión por cable. Y no solo eso, a lo largo del año, interactúan comentando las finales nacionales (en particular la de Suecia, el Melodienfestival), Eurovison Junior, haciendo rankings de favoritos, etc, etc.
Interactuar de esta manera les proporciona un sentimiento de pertenencia y ayuda a desarrollar la cultura digital «eurofan» que se cruza con una cultura más amplia de los medios sociales. Los fanáticos desarrollan y comparten contenido creativo utilizando GIF, memes, videoclips y mensajes. Y al usar estos medios han cambiado la naturaleza tradicionalmente pasiva de un evento televisivo que se ha convertido en un fenómeno cultural que trasciende la competencia musical anual.